Carta 8

Martes, 09 de septiembre

Tengo, sobre mis espaldas, una gran carga. Quizás sea solo una estúpida remembranza de mis desvariados cálculos; pero, en definitiva, voy a rastras y con la moral derrumbada, a tientas. Me extiendo sin forma, disparejo, calculando la otra esquina y sin voltear la mirada. O en algún rincón, rodeado de muchas personas (o sea de nadie), absorto en mis cavilaciones y conjeturas, voy lento hacia el silencio, que me va envolviendo. No es como sentirse con ansias, o fuerte; es más bien, una estocada aminorada de paz, expandida en náufragos anónimos que alguna vez sintieron "ganas de ser lo que eran" y que ya no están más aquí sino en el lado de allá, donde los cuerpos se pudren con los segundos. Y entonces, todo vuelve a ser como en el principio. Quiero decir: ya voy a donde debo.

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